El fiscal se opone a la petición de indulto para el ultraderechista, que quedará libre en marzo
Por Jesús García Barcelona, El País (ver fuente)
Pedro Varela Geiss, el librero barcelonés condenado por difundir ideas genocidas, pasa sus días como reo leyendo. También dibuja, escribe cartas y va al gimnasio cuando le dejan. Pero, sobre todo, lee. Tanto y a tal velocidad que, el pasado octubre, la celda que comparte con otros cuatro hombres en Brians 1 se le quedó pequeña. Varela decidió depositar siete de sus libros en la biblioteca del centro, al alcance de los otros presos, y ha sido sancionado por ello.
Los responsables de la prisión entienden que el librero, que califica de “mito” el Holocausto, se ha dedicado a hacer proselitismo. “Usted hace publicidad entre los internos, indicándoles que los libros están a su disposición en la biblioteca e invitándoles a leerlos, explicándoles que son libros que versan sobre su ideología”, recoge el acuerdo sancionador, que le castiga con 10 días de privación de pase y de actividades recreativas.
Varela llevó, sin autorización, seis títulos —Manual del jefe de la guardia de hierro, Pruebas contra el holocausto, El pensamiento wagneriano, El franquismo, La historia de los vencidos y El obispo Williamwon y otro negacionismo— a la biblioteca. Los funcionarios también le requisaron otro libro, Los crímenes de los buenos, que dejó “deliberadamente a la vista en el lugar que habitualmente ocupa en la sala de lectura”.
Varela fue condenado a un año y tres meses de cárcel y está previsto que a finales de marzo quede libre. Su abogado, Fernando Oriente, lamenta que el Departamento de Justicia no le haya concedido el tercer grado porque considera que la rehabilitación del librero no ha sido exitosa. Varela se ha negado a participar en cursos y charlas contra el racismo porque cree que se expone a un “lavado de cerebro”, según su abogado.
El letrado se ha adherido al indulto solicitado por una tercera persona para Varela. El fiscal de delitos de odio y discriminación de Barcelona, Miguel Ángel Aguilar, se ha opuesto de forma contundente a la petición de la medida de gracia. El informe del fiscal sostiene que Varela es “reincidente” —fue condenado, en 2008, por un hecho similar— y que tiene una causa pendiente en un juzgado de Barcelona por un delito contra la propiedad intelectual, ya que editó y vendió copias del Mein Kampf, cuyos derechos de autor son propiedad del Estado alemán de Baviera.
El fiscal insiste en que no hay ninguna “circunstancia excepcional” que justifique el perdón y recuerda que, según los informes de Brians, Varela “no se responsabiliza de los hechos de una forma clara, sincera y creíble”. Tampoco se ha implicado, dice, en los programas de rehabilitación que se le han ofrecido.
Aguilar saca a colación la sanción impuesta a propósito de la entrada de libros: “Ha sido objeto de un expediente penitenciario por la presunta comisión de dos faltas graves, entre ellas haber introducido indebidamente ejemplares de la línea editorial que fue objeto de condena, y ello con el fin de ser difundida entre los internos que tienen acceso al servicio”. La petición de indulto, en cualquier caso, es más un gesto que otra cosa: para cuando se haya tramitado, Varela ya habrá abandonado la cárcel, pues su salida está prevista para marzo.
Los presos tienen derecho a recibir paquetes con algunos objetos o bienes que necesiten; entre ellos, los libros. “En España no hay libros prohibidos, así que no sé por qué motivo el funcionario de turno tiene que dedicarse a examinar el contenido de esos libros”, protesta Oriente, que lamenta el trato que los responsables de Brians 1 están dando a Varela. “Ya antes de que se iniciase el expediente sancionador por el tema de los libros, tenía restringido el acceso a la biblioteca y a otros lugares, no sabemos muy bien por qué”, expone.
En sus alegaciones, Varela precisa que uno de los libros —El Franquismo— no es suyo y sostiene que no dejó ningún ejemplar a la vista. “Yo no hago publicidad entre los internos del centro”, aseguró en réplica al informe de los funcionarios. Su abogado recuerda que Varela “fue condenado por distribuir libros, no por leerlos”. Oriente ve un contrasentido que la sanción acuse a Varela de “desobedecer órdenes legítimas” y se refiera al asunto de los libros como un hecho de “ideología”. La sanción de la comisión disciplinaria es de carácter grave. “Ahora ya tienen una excusa más para denegarle una vez más el tercer grado, esta vez por mal comportamiento”, añade.